Debido a que las causas de las enfermedad cardiovasculares son multifactoriales, se deben de abordar de manera multidisciplinaria en su tratamiento, así como en su prevención. El factor emocional es parte de dichos factores, ya que llegan a causar estragos en el sistema cardiovascular por su volatilidad, sobre todo en individuos con personalidad de Tipo A, ya que implican características de reactividad del sistema nervioso, por ende es importante un programa de intervención multidisciplinario.
La función básica del sistema cardiovascular es conducir hacia los tejidos el oxigeno y otras sustancias nutritivas, eliminar los productos residuales y transportar sustancias tales como las hormonas desde una parte hasta otra de nuestro organismo. Cualquier alteración del corazón y de los vasos tiene interés, no solo por la patología que encierra en si misma, sino también por los problemas de regulación general que puede acarrear como consecuencia del fallo de aporte de sangre y oxigeno a los tejidos. Los trastornos cardiovasculares afectan al corazón y a todo el sistema vascular. La etiología subyacente es la enfermedad de origen congénito, reumático, hipertensivo o isquémico.
Los síntomas producidos por las enfermedades cardiacas suelen derivar de la isquemia miocárdica, o de la existencia de un ritmo o frecuencia cardíaca anormales; la naturaleza de los trastornos cardiovasculares son multifactoriales, “factores de riesgo”, para poder ser un factor de riesgo deben tener un papel etiológico, la presencia de dicho factor antes del comienzo de la enfermedad, la relación estrecha entre la magnitud del factor de riesgo y la enfermedad, el valor predictivo de dicho factor en poblaciones diferentes, la plausibilidad patogénica y la reducción o eliminación de la enfermedad una vez haya sido reducida o eliminado el factor de riesgo. Los factores emocionales de riesgo, se consideran el patrón de conducta Tipo A, los constructos de ira y hostilidad, la reactividad cardiovascular y el apoyo social como factor preventivo. Actualmente se considera un perfil multidimensional, constituido por componentes formales (voz alta, habla rápida, excesiva actividad psicomotora, gesticulación, y otros manierismos típicos), conductas abiertas o manifiestas, aspectos emocionales, actitudes y emociones y aspectos cognitivos.
El modelo interaccional mecanicista, hace referencia a un estilo característico de responder a ciertas clases de estímulos (desafíos, demandas o amenazas de control). La expresión de la conducta Tipo A está asociada a un aumento de la reactividad del sistema nervioso simpático que contribuye al desarrollo y progresión de las lesiones ateroscleróticas. La reactividad fisiológica en presencia de enfermedad coronaria puede precipitar manifestaciones agudas, como la angina, el infarto al miocardio y la muerte súbita.
El modelo Interaccional Biológico considera los mismos factores que el anterior, sin embargo en este se contemplan algunas conductas Tipo A como el resultado más que la causa de los procesos fisiológicos.
El modelo interaccional Biopsicosocial, los desafíos y las demandas elicitan la conducta Tipo A en personas predispuestas, también se considera que el PCTA no es simplemente una forma de conducta resultado de las situaciones estresantes.
El modelo cognitivo de aprendizaje social, el origen y mantenimiento de este patrón de conducta se explica desde una perspectiva cognitiva de aprendizaje social. Las cogniciones favorecen la existencia de una serie de creencias y miedos personales que son el núcleo central del PCTA, con lo cual favorecen el desarrollo del mismo, así como el exceso de reactividad fisiológica, alta presión sistólica en los individuos Tipo A, la hostilidad y ciertos estilos de voz predictivos de una enfermedad coronaria.
Referencias: