12 Jan
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La poca importancia que le dan a los factores psicológicos y psicosociales que le dan los especialistas, hace que sea más difícil una intervención adecuada en dichos casos, por lo que la promoción y el trabajo multidisciplinario en torno a las ECV es de suma importancia, ya que se tiende a ver de manera tradicional y no ver al individuo como un participante activo en dicho proceso, por lo cual se ignora todos aquellos factores que se mencionan en ambas lecturas, es por ello que el auge de la cardiología conductual es un gran paso para dar un mejor diagnostico, tratamiento y prevención de dichos padecimientos.

La enfermedad cardiovascular (ECV), es un problema de salud importante en los países industrializados, los factores de riesgo han demostrado que los factores psicológicos predicen un resultado clínico adverso de la ECV, factores que corresponden a estado afectivos negativos, factores de la personalidad como el patrón de la conducta y factores sociales como la posición socioeconómica y el escaso apoyo social. En cuanto a el estado afectivo y su relación con el ECV, la Depresión es el que ha sido objeto de mayor atención, el TDM se caracteriza por un estado de ánimo deprimido y/o perdida de interés o del  placer por las actividades, que constituyen un cambio respecto a la función basal, así como por alteración del sueño, retraso psicomotor/agitación, sentimientos de culpa o de inutilidad, pérdida o aumento de peso, etc., además de la depresión, la ansiedad, el estrés, tanto agudo como crónico y el enojo y hostilidad, son factores que influyen en dicha enfermedad.

Los trastornos cardiovasculares han destacado los tres principales temas de la medicina conductual y de la psicología de la salud en los últimos treinta años: 1) las conductas saludables y la prevención cardiovascular, ya que los factores de riesgo conductuales modificables (p.e. el tabaquismo, la dieta o el sedentarismo) contribuyen al desarrollo de la enfermedad cardiaco-coronaria (ECC) y el cambio de comportamiento es un componente esencial de la prevención de esta enfermedad, 2) la relación entre el estrés y los trastornos cardiovasculares, es decir, los efectos anatómicos y psicobiológicos en el desarrollo y curso de la enfermedad cardiovascular, y 3) los aspectos psicosociales de la ECC y el cuidado médico, es decir, el impacto social y emocional sobre los pacientes y sus familiares. Sin embargo, aunque algunos cardiólogos están habituados a evaluar las conductas relacionadas con el estilo de vida, es poco probable que estudien los factores de riesgo psicosocial, probablemente por su limitada familiaridad con las técnicas de evaluación y tratamientos psicológicos. Aunque la aceptación del papel potencial de los factores de riesgo psicosociales en el desarrollo y manejo de los trastornos cardiovasculares está creciendo entre los profesionales médicos, no se ha convertido en una opción de evaluación y tratamiento real para la mayoría de los pacientes. La evidencia respecto de la confiabilidad y utilidad predictiva de las evaluaciones psicosociales y psicofisiológicas seguramente se posicionarán muy pronto en los escenarios de cardiología clínica, así como la identificación de los pacientes que son probables beneficiarios de intervenciones psicosociales específicas. la medicina conductual se definió “como el campo interdisciplinario referido al desarrollo e integración de los conocimientos y técnicas de las ciencias biomédicas y de la conducta relevantes para la salud y la enfermedad, y la aplicación de esos conocimientos y técnicas a la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación” La cardiología conductual difiere de la conocida cardiología preventiva en cuanto que incluye un enfoque más amplio e integrador. La cardiología preventiva se enfoca en los factores de riesgo tradicionales que tienen que ver con el estilo de vida, como el tabaquismo y el aumento de los niveles de colesterol, pero concede poca o ninguna atención a los factores de riesgo psicológico.

La cardiología conductual es un campo que surge de la práctica clínica basada en el reconocimiento de que las conductas “patógenas” del estilo de vida, los factores emocionales y el estrés crónico pueden fomentar o agudizar la hipertensión, la ateroesclerosis y los eventos cardiacos adversos.

Referencias: 

  • Smith, P. y Blumenthal, J. (2011). Aspectos psiquiátricos y conductuales de la enfermedad cardiovascular: epidemiología, mecanismos y tratamiento. Rev Esp Cardiol, 64(10): 924–933.

Disponible en: 

http://www.revespcardiol.org/es/aspectos-psiquiatricos-conductuales-enfermedad-cardiovascular/articulo/90027213/

  • Figueroa, L. C., Domínguez, T. B., Ramos, R. B. & Alcocer, L. (2009). Emergencia de la cardiología conductual en la práctica clínica. Psicología y Salud. Vol. 19, núm. 1, enero-junio, 2009, pp. 151-155. 

Disponible en:

 http://www.redalyc.org/pdf/291/29111983015.pdf




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